sábado, 6 de marzo de 2021

Un sábado sin ti

 Hoy me he despertado sin tener que levantarme pronto, sin tener que darte la comida, sin pastillas...Es el primer sábado que no estás.   Anoche cuando en la cama no dormía me acordaba de cuando pasabas junto a mi lado, algunas veces te rascabas el cuello en el borde de mi lado, otras veces hace más tiempo cuando todavía tenías hambre me rozabas tímidamente con el hocico para ver sí estaba dormido, te quedabas mirándome con la poca luz que se filtraba por la persiana a propósito para que tú vieras.   Quería hacerme el remolón pero al final tus ojos me lo impedían.  Me veías levantar y te convertías en un manojo de alegría dando pequeñas vueltas, saliendo y entrado de la habitación, mientras me vestía.   Luego impaciente mientras llenaba tu cacharro del pienso, o más tarde calentaba el pollo cocido, se te escapaba algún ladrido de impaciencia.  

  Nos  bajábamos a la oscuridad y al frio de la calle de las seis y media de la madrugada.  Caminábamos hasta el parque a solo tres manzanas calle abajo.   No había mucha gente pero a los pocos los conocíamos de vista o de saludos como a la dueña de Luna una perra teckel que siempre te ladraba a tí, y a mí,  tú no le hacías caso porque ya la conocías y sabías que era así.  

  Dábamos una gran vuelta al parque hasta que te fuiste haciendo mayor, entonces la acortamos primero al ¨parque pequeño ¨ y más tarde hasta la esquina.   Pero cuando éramos jóvenes aunque fuera invierno recorríamos la oscuridad del perímetro mirando al suelos, tú para coger cualquier cosa especialmente si era una piña, yo para verlo antes que tú e impedírtelo con un tirón de correa.   Por eso nunca te pude dejar suelto sobre todo después de que tuvieran que sacar varias cosas en el veterinario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario